viernes, 24 de octubre de 2014

No me gusta cuando callas porque te ves como indiferente.



No pensaba escribir sobre esto... Pero, bueno, algo me dice que tengo que compartir mi experiencia en la marcha #UnaLuzPorAyotzinapa, realizada el pasado 22 de octubre. Una marcha que partió desde el Ángel de la Independencia para dirigirse hacia el Zócalo.
         No quiero ahondar mucho en el conflicto Ayotzinapa porque en verdad creo que ya se ha dicho todo: las noticias y los rumores sobre el caso están por toda la Internet; cualquiera que quiere infomarse, tanto mal como bien, puede hacerlo con un sólo clic. Pero bueno, si quieren ver el video que me parece informa mejor sobre la situación, les recomiendo éste: https://www.youtube.com/watch?v=jyv2wpw8tzk    (Blogger no me deja ponerlo directamente aquí, por alguna razón)
          La UNAM, junto con varias universidades mexicanas, decidieron hacer un paro de labores debido a la situación. En el DF, por lo que sé, se unieron al paro todas las universidades públicas, y algunas privadas como la Ibero. La FES Acatlán por poco y se queda atrás, y es que, si algo me consta, es que ésta es la facultad más desinteresada en los temas políticos y sociales del país.
         Había mucha gente en contra del paro. Éstas personas argumentaban que no se solucionaba nada haciendo un paro, que los normalistas no aparecerían mágicamente gracias al mismo. Pero por supuesto que no, ¿acaso piensan que los que estábamos de acuerdo con el paro pensábamos así? También argumentaban que la mejor manera de protestar es a través del estudio. Pero, ¿de qué nos sirve estudiar si no contestamos, como sociedad, contra las injusticias que se cometen contra el pueblo? ¿De qué le sirve a un estudiante de Derecho estudiar si, al salir al campo laboral, se da cuenta que todo lo que estudió no vale nada contra la corrupción, contra unos cuantos miles de pesos? Estudiar significa humanizarse. Y ser humanista es, entre otras cosas, indignarse cuando se atenta contra los derechos humanos. Ayotzinapa es sólo uno de tantos casos.
         Quisiera relatar brevemente lo que viví ese día ahora que tengo la memoria fresca. Fue toda una experiencia salir a la calle y compartir el mismo luto y la misma indignación con miles de personas, que, caminando al unísono, demostraron su humanidad.

Antes de la marcha: Se realizó una asamblea en la explanada principal de la FES Acatlán. Dicen que fue algo histórico ya que nunca se había congregado tanta gente para tal motivo. A mí no me consta porque apenas llevo 2 años y medio en ésta institución. Lo que sí me consta es que había mucha gente. No fue toda la escuela, pero sí fue mucha:



          ¿Quién lo iba a pensar? Aunque el audio fue pésimo, se escucharon las propuestas de los acatlenses, tanto de los que querían paro como los que no. Hablaron los representantes de cada carrera y todos repetían la misma frase: "todos somos estudiantes", y la repitieron tanto que se volvió una muletilla. La propuesta más aplaudida fue la de un "profesor" (aunque uno de nuestros profesores nos comentó a mí y a los de mi grupo que en realidad no era tal) que sugirió llevar el caso de Ayotzinapa a las cortes internacionales. 
                Después de una hora de desmadre, se votó: la mayoría votó por sí al paro. Ni hablar; los no-paristas sólo exigieron una cosa: que los que hayan votado sí al paro no se queden en sus casas o se vayan a tomar, sino que participen, que propongan y se involucren en las actividades relacionadas con el paro. 
          Los de Letras nos reunimos aparte y nos organizamos para ver qué se hacía. Algunos decidieron quedarse en la noche, otros pidieron cooperación para los que se quedaban o se organizaron para escribir los comunicados (al fin y al cabo, somos de letras, ¿no?). Al día siguiente, unos se dirigieron a las casetas de la carretera México-Querétaro para dejar pasar a los automóviles gratis, y así repartir información. Uno de los amigos que vive conmigo fue a ésta carretera y me comentó que fue toda una experiencia hablar con los automovilistas. 
                Unos amigos y yo llegamos al día siguiente para vernos con los estudiantes que habían decidido partir a la marcha. Me sorprendió ver a más gente de lo que yo creía: casi siempre sólo van unos cuantos. Por ejemplo, en la marcha por lo del Politécnico, sólo fuimos, de Letras, apenas diez. Ahora éramos más de treinta, y éramos de los contingentes más numerosos de Acatlán. Como a eso de las 3:15 pm, salimos de Acatlán en dirección a Metro Cuatro Caminos. 



Durante la marcha: No suelo ir a eventos multitudinarios porque estar rodeado de tanta gente me da un poco de... ¿miedo? No sé, pero no me gusta. Por lo mismo no suelo ir mucho a conciertos. Pero ésta vez fue diferente. La vibra era muy enérgica. Cuando todos gritaban las consignas, y gritaban del 1 al 43, es inevitable no gritar también, es inevitable no sentirse arropado: el miedo se va porque sabes que todos, en una marcha, se cuidan unos a otros. ¿Quién se atrevería a ir contra miles de personas que están unidas por un sólo sentimiento?
          La marcha se supone que sería silenciosa, pero sólo fue así durante algunos tramos: la mayor parte del tiempo la gente gritaba consignas, gritaba justicia. Durante los tramos donde la gente caminaba en silencio, había otros que se rehusaban a quedarse callados y gritaban, pero enseguida eran callados. Escuché a una chica replicar: "¡No estamos de luto!". Otros le contestaron lo mismo que pensé yo: "Sí lo estamos".
         El único altercado que yo vi fue la presencia de encapuchados que grafiteaban los exteriores de bancos y tiendas departamentales, justo sobre Paseo de la Reforma. Pero todos al unísono les gritamos: "¡Fuera, fuera!". Siempre hay personas que quieren desprestigiar el movimiento. Lo feo es que sí lo logran, al menos parcialmente.
          Hubo un momento durante la marcha que jamás podré olvidar. En realidad fueron varios, pero todos son de alguna manera, lo mismo: la gente mayor que observa la marcha. Recuerdo sobre todo dos: una señora que sostenía un hermoso cartel que decía: "Nos enterraron, pero no sabían que somos semilla". Otro que me conmovió tanto que por poco me pongo a llorar, es ver a un señor que aplaudía y veía la marcha con ojos llorosos. Me dio mucho sentimiento. Ese señor seguramente ha vivido las injusticias que ya existían antes de que yo naciera: seguramente vivió en la época del 68, del 71 y la de Salinas de Gortari.
          Cuando la multitud comenzaba a gritar el conteo del 1 al 43, a veces se me cortaba la voz y se me hacía un nudo en la garganta. Recordé que cada número no sólo simbolizaba a un desaparecido, sino también una vida truncada, una familia que en este momento se siente desamparada.
          El contingente de Letras Acatlán sí llegó al Zócalo, aunque ya bastante tarde. Yo no pude llegar debido a que ya se hacía muy tarde para llegar a casa. No quería preocupar a nadie.

Después de la marcha. Después del paro.




Las instalaciones de la FES Acatlán fueron entregadas el 23 de octubre a las 19:00 horas, tal como se había acordado. A diferencia del paro anterior, ésta vez se entregó limpia, sin grafitis ni maltratos. No hubo ningún percance relevante. Hoy, 24 de octubre, mientras escribo esta entrada, las actividades académicas transcurren normalmente.
           ¿Qué repercusiones tendrá la marcha? Quizás la misma que tiene todas las marchas que se han dado en la historia de la Ciudad de México: dejar en claro que la población no tolera más injusticias ni violencia. La gente que crea que aquella marcha sólo fue por lo de Ayotzinapa o por lo del IPN, está muy equivocada.
            La marcha fue también por los feminicidios del Estado de México, por Ricardo Esparza Villegas, por los niños de la guardería ABC, por Atenco, por Acteal, por Tlatlaya, por la reforma energética (y ya que vamos, todas las reformas), por Marisela Escobedo, por Casino Royale, por Aguas Blancas; por todos los muertos enterrados en fosas comunes, por todos los asesinatos que no son difundidos en los medios de comunicación. Es una lista que podría incrementarse hasta la morbosidad. El título de esta entrada es para aludir a una pancarta que tenía una amiga, con una frase que alude a un famoso verso de Neruda. Y, hablando de poesía, me gustaría terminar esta entrada con un poema de Efraín Huerta que, aunque fue escrito en 1960, sigue siendo tan actual como si hubiera sido escrito ayer.

¡MI PAÍS, OH MI PAÍS! (fragmento)

Ardiente, amado, hambriento, desolado,

bello como la dura, la sagrada blasfemia;
país de oro y limosna, país y paraíso,
país-infierno, país de policías.

Largo río de llanto, ancha mar dolorosa,

república de ángeles, patria perdida.
País mío, nuestro, de todos y de nadie.
Adoro tu miseria de templo demolido
y la montaña de silencio que te mata 

Veo correr noches, morir los días, agonizar las tardes.

Morirse todo de terror y de angustia.
Porque ha vuelto a correr la sangre de los buenos
y las cárceles y las prisiones militares son para ellos.
Porque la sombra de los malignos es espesa y amarga
y hay miedo en los ojos y nadie habla 
y nadie escribe y nadie quiere saber nada de nada,
porque el plomo de la mentira cae, hirviendo,
sobre el cuerpo del pueblo perseguido.
Porque hay engaño y miseria
y el territorio de un áspero edén de muerte cuartelaria.

Porque al granadero lo visten

de azul de funeraria y lo arrojan
lleno de asco y alcohol
contra el maestro, el petrolero, el ferroviario,
y así mutilan la esperanza 
y le cortan el corazón y la palabra al hombre-
y la voz oficial, agria de hipocresía,
proclama que primero es el orden
y la sucia consigna la repiten
los micos de la Prensa,
los perros voz-de-su-amo de la televisión,
el asno en su curul,
el león y el rotario,
las secretarias y ujieres del Procurador
y el poeta callado en su muro de adobe,
mientras la dulce patria temblorosa
cae vencida en la calle y en la fábrica.
Éste es el panorama:
Botas, culatas, bayonetas, gases...
¡Viva la libertad!

¿Por qué melómano? Parte I

La primera razón por la cual mi cuenta en Twitter es @Melomanoide es porque soy un presuntuoso despreciable (Palabra del mes: presuntuoso y todas sus variantes: presumido, pretensioso, presunto, mamón). 
La segunda razón es porque en verdad me paso todo el día escuchando música, ya sea descubriendo nueva o revisitando las canciones de toda la vida. Siempre he tenido este hábito, y mi papá lo observó enseguida, y decía que yo era "megalómano". Esto no me hizo nada bien, porque yo de verdad llegué a pensar que esa era la palabra que me definía. Ya después me dijo como realmente debía ser: melómano. 
         La palabra me gustó tanto que incluso la primera novela que escribí en mi vida se llama Melomanía. Trata acerca de un chico que descubre que tiene el poder de manejar la música a su antojo; pronto descubre que puede hacer uso de este poder para bien, o para mal. No, no es una novela autobiográfica; y la pueden leer en este mismo blog. (Ya no siento que esté tan chida).
        No soy un melómano de rock o música "indie" o música "culta" (¡ah, cómo me molestan las etiquetas!). Soy un melómano de puro pinche pop-rock, y de pura música conocida. Claro que me he aventurado a conocer de todo; no me gusta un solo género y un sólo idioma en la música. 
        Pero me dieron ganas de escribir esta entrada para conmemorar una tradición que suelo hacer al final de cada año: la de rememorar lo más importante. Hacía una especie de lista sobre las cosas que más me gustaban del año que pasaba: película favorita, mejor día, mejor momento… Pura nostalgia. Y bueno, en el apartado de canción favorita, pasaban cosas muy curiosas.
         No escogía la canción que necesariamente más me gustaba. Escogía la canción que más me recordaba a cierto momento del año. La canción que yo sabía que, si la escuchaba en el futuro, obligadamente me recordaría todo lo que sucedió ese año: todo lo bueno y todo lo malo. Empecé esta tradición desde el 2003, cuando yo tenía 12 años. A continuación pondré esa “lista”: de las canciones más emblemáticas de mis años pasados.

2003: Unbreakable – Michael Jackson. Fue el año que me hice fan de Michael, así oficialmente. Cuando descubrí que era algo más que “Beat it” o “Thriller”.





2004: This Love – Maroon 5. Porque me recuerda al amor de la infancia :/



2005: Thanatos – Shiro Sagisu. Fue el año que me hice fan de Evangelion. La melodía empieza triste, casi como réquiem. Pero al final se convierte en una canción de esperanza y felicidad. Así me sentía aquel año. 



2006: Everybody´s gotta learn sometimes – Beck. El año que vi “Eternal Sunshine of the Spotless Mind”. Y pues bueno, si ya han visto esa peli, ya saben lo que esta canción significa...




2007: Bibo no Aozora – Ryuichi Sakamoto. El mismo caso de Thanatos: una canción triste, un año triste.



2008: Endlessly – Muse. Le di replay como 700 veces cuando conversaba con mi amigo de Perú



2009: Gypsy Woman – Crystal Waters. Porque me recuerda a mi mejor amigo, a quien conocí mejor este año. Porque así descubrí que la música eurodance me pone de buenas.




2010: Danzón No. 2 - Arturo Márquez. Porque la escuché cuando la Sinfónica Alemana visitó Cancún. Y fue toda una experiencia. PD: No escuchen otra versión más que la de abajo. Dudamel le imprime una fuerza a este danzón, como si estuviera tocando una sinfonía de Mozart o Beethoven; es más, veanlo a él y a los músicos, lo felices que están tocándolo.




2011: An Eye for Optical Theory – Michael Nyman. Porque mientras escuchaba esta canción, se me ocurrió una novela.



2012: Coutances – Dick Annegarn. Es una canción triste pero ese año fue genial… bueno, casi.

2013: Empate: Eco – David Aguilar / Me estoy acostumbrando – Mauricio Díaz “El hueso”. Las conocí por un amigo de la carrera y me gustaron muchísimo. En aquel año yo estudiaba en las mañanas y trabajaba en las tardes; la primera canción me recuerda a la escuela, y la segunda, al trabajo.  





         ¿Y en el 2014 qué canción será la más emblemática? No lo sé. Creo que este año ha sido, extrañamente, más de discos que de canciones. Estos discos sobre todo:

·     Re – Café Tacvba. Salió hace 20 años y apenas lo estoy gozando como se debe. Tiene un toque tan mexicano que me hace sentir orgulloso de mi país; es también un disco conceptual que, si lo escuchas bien, todas las canciones hablan de lo mismo: la vida es un ciclo, un espiral, un círculo (ya hablaré de esto en un próximo post). Ha sido nombrado el mejor disco del rock latinoamericano, y creo que estoy de acuerdo, aunque no he escuchado los demás. Es de esos extraños discos donde todas las canciones me gustan; pero si tuviese que elegir una, sería Ixtepec.


·    Corazones – Los prisioneros. Conocí este disco por una lista de los 500 mejores álbumes de la historia; ya saben, una de esas listas que no complace a nadie. Al principio me pareció muy curiosa la música; pero después me di cuenta que no podía dejar de escucharla. Me pasa algo parecido que con “Re”, sólo que, en vez de sentirme orgulloso por ser mexicano, me da un feeling latinoamericano bien cañon. Lo cual es curioso, porque el disco de hecho tiene muchas influencias del sonido house y synth-pop europeo del momento. Mi favorita es “Cuéntame una historia original"


·    Hombre sintetizador – Zurdok. El mismo caso que el anterior, otro disco que escuché motivado porque aparecía en uno de esos top 100 o algo así. Hasta apenas hace unos días me di cuenta que el vocalista no es otro que el mismo Chetes.


·        The English Riviera – Metronomy. Recomendado por un amigo, pensé que sería un disco más de rock genérico actual; ay, gran error. Por alguna extraña razón, el disco me hace pensar en el pasado, como si ya lo hubiera escuchado antes. Mi favorita:




También podrán notar una cosa: nunca escojo canciones que hayan salido ese año. Es raro, pero creo que muy pocas veces una canción “actual” me marca.
Otras canciones que he escuchado este año que me recuerdan a momentos específicos son:

·     Philip Glass – Lightning. La escuchaba muy seguido cuando estaba escribiendo el recopilatorio de cuentos que tengo ahí guardado, reposando para que madure.



·     Torreblanca – Hubo valor. La escuché por primera vez cuando los fui a ver, y fue como amor a primera oída.



·     IAMX – Great Shipwreck of Life. Porque me recuerda a mi mejor amiga, porque prometimos ver a este cabrón en vivo; ¡porque es perfecta para escucharla en el antro!

·        Passenger – Let Her Go. Porque me la dedicó un amigo, lanzándome así una de las indirectas que más me han dolido en la vida. L



·   Construcción – Chico Buarque. Esta no es sólo una canción; es un poema. Realmente no me recuerda a nada en especial, pero es hermosa.



·        Michael Jackson – Slave to the Rhythm. Una de las inéditas incluidas en el disco Xscape; porque es Michael Jackson y punto.



·        Kiesza – Hideaway. ¡Porque el eurodance ha vuelto! ¡Y en forma de fichas!



·       Hozier – Take me to church. Porque me conmovió mucho cuando la escuché. Por su letra. Porque vi el video en el momento preciso.



Jaja, me acabo de dar cuenta de que es como si estuviera nombrando a las canciones nominadas de este año. Pero bueno, algo me dice que ya sé cuál va a ser la elegida.
Este año ha sido contradictorio: bastante calmado pero también bastante turbulento. A veces siento que sólo necesito un empujón para caerme por completo. Pero también hay momento en los que me digo: vas por buen camino.
Ha sido un año de cambios. Creo estar un poco más cerca de mi verdadero yo que en años anteriores, aunque todavía me falta un trecho por recorrer.
No escribo directamente sobre mi vida porque, bueno, soy muy malo para hablar de ella. Pero creo que las canciones que me gustan (como las que mencioné arriba) hablan más y mejor de mí de lo que yo podría expresar. En la parte II de esta entrada me animaré a comentar sobre las canciones más importantes del soundtrack de mi vida. Y me animaré a comentar sobre mi vida misma. Mientras tanto…


Taaangananica, nica, nica; Tangananá J

miércoles, 15 de octubre de 2014

10 años de LOST: o cómo sobrevivir a la posmodernidad y no morir en el intento.

Perdón, Breaking Bad, perdón; podrás ser la serie perfecta, pero LOST es mi serie favorita por los siglos de los siglos. ¿Por qué? Esa sí es una buena pregunta. Porque vaya que LOST tiene defectos. Me niego a creer que sólo me gusta por el valor nostálgico y sentimental, porque en verdad siento que en LOST hay cosas valiosas, más allá de la polémica de su odiado final (el cual a mí me gusta), de sus giros narrativos jalados de los pelos, de su humor involuntario en ciertas ocasiones y de su desaprovechada temporada final. Con todos esos “peros”, sigo firme con la idea de que LOST es una obra de arte.
            ¿Por qué? A veces tengo la sensación de que LOST es la historia que lo cuenta todo. Cada rasgo y particularidad de la condición humana. Siempre he tenido la teoría de que todas las narraciones, ya sea literarias o cinematográficas, están regidas por el mismo tema primigenio que se encuentran debajo de todos los géneros: el misterio de la vida y la muerte. LOST es una historia que jala de ambos extremos de la cuerda y siempre está yendo más allá. Y, con el disfraz de que es una serie coral de ciencia ficción y fantasía, en realidad es la historia más surrealista jamás contada que engloba todas las preocupaciones del ser humano: el tiempo, el libre albedrío versus el destino, los límites de la ciencia y los límites de la fe, la muerte y el sentido de la existencia.

            El 22 de septiembre del 2004 (uno de los años más importantes de mi vida) se estrenó el primer episodio. Ahora que se celebran 10 años de su estreno, me dieron ganas de hacer este post para honrar a la serie que me ha influido tanto para crear mis propias historias, y también, un poquitín, en mi manera de pensar. Lo haré reseñando cada temporada. Y habrá spoilers: perdón, realmente quiero analizar cada detalle de la obra, así que si no has visto la serie pero piensas verla, mejor no leas esto. O mejor sí, quizás hasta te llame la atención aún más. 


PRIMERA TEMPORADA


La primera temporada comienza con el accidente del vuelo 815 de Oceanic Airlines en lo que parece ser una isla desierta. Su supervivencia se ve amenazada por una serie de entidades misteriosas, incluyendo osos polares, una criatura que deambula por la selva —llamada por los supervivientes el «Monstruo»— y los habitantes de la isla, conocidos como «los Otros». Los náufragos encuentran a una mujer francesa llamada Danielle Rousseau que había llegado a la isla 16 años antes del accidente, y una escotilla enterrada. Mientras dos personajes tratan de abrir la escotilla, otros cuatro intentan escapar de la isla en una balsa. Por otra parte, los flashback muestran escenas de las vidas de los supervivientes antes del accidente.

Confieso que vi el primer episodio en TV Azteca. ¿Se acuerdan del fenómeno que provocó LOST en aquella televisora? Por ahí leí que sólo le dieron promoción porque era la serie favorita de la hija de Vicente Fox, que en aquel momento era presidente de México. Como sea, LOST fue la serie que abanderó aquel repentino boom de buenas series que se dio en aquel año: Desperate Housewives, Prison Break, Dr. House, Grey’s Anatomy, sólo por decir unas cuantas.
            También confieso que cuando vi el primer episodio, no me enganchó. Porque pensé que sería una aburrida serie sobre las peripecias de unos náufragos en una isla: eso significa que sólo vi los primeros 20 minutos del piloto, porque desde ese primer episodio se establece el tono de misterio y suspenso que habrá (a veces excesivamente) durante toda la serie. De hecho, yo me acerqué tardíamente a la serie: me enganché viendo los últimos capítulos de la segunda temporada, así que cronológicamente vi la primera temporada como si fuera la segunda… Aunque con esta serie, aunque sea lineal, no importa mucho donde empieces a verla, por todos los giros temporales que llega a tener.
            Es la temporada favorita de la crítica “especializada” y el público promedio, ya que, según los ejecutivos de la cadena ABC (la que produjo la serie),  aún no se descubre que LOST es del género ciencia ficción/fantasía, que son supuestamente géneros que “espantan” a los espectadores. La teoría de que la Isla es el Purgatorio era la que más abundaba (y quizás era la misma idea que tenían los escritores en un principio), pero sin duda lo que atrapaba eran aquellos giros de tuerca en cada episodio: en la jerga televisiva, se les conoce como cliffhangers,  y se refieren a las escenas donde revelan ocurren acontecimientos importantes e inesperados en la historia, pero los dejan “a medias”, creando así una ansiedad en el espectador y provocarlo que siga viendo la serie.
            Los cliffhangers se han usado en prácticamente en todas las series de televisión, vaya, hasta en las telenovelas mexicanas; pero LOST de alguna manera innovó en su uso. Generalmente, los cliffhangers aparecían al final de un episodio, pero en LOST, los cliffhangers aparecían al principio del episodio, y a la mitad, y al final también… lo que hacía que en un episodio podía haber hasta dos o tres escenas que te dejan boquiabierto.
            Ése es uno de los dos ingredientes del éxito de LOST: verlo resultaba tan adictivo como escuchar una canción pegajosa, nunca sabías qué esperar, y eso era lo atractivo: LOST lograba hipnotizarte sin tener que romper con la verosimilitud de la historia (bueno, a veces sí se les iba la mano) debido a la acumulación de shock tras shock narrativo… ¿Cuál es el segundo ingrediente de su éxito?
            Los personajes. Y creo que los personajes son el componente esencial para que cualquier historia, sea cinematográfica o literaria, se asegure el éxito. Siempre he pensado que una historia sin buenos personajes es como un ave sin alas: nunca conseguirá despegar. También creo que, en el caso de LOST, es el factor decisivo para no romper la verosimilitud: podrás incluir osos polares en islas del océano Pacífico, niños con poderes sobrenaturales, barcos del siglo XVIII y susurros que salen de la nada (y todo esto último sólo sale en la 1ra temporada), pero si tus personajes están bien construidos, entonces puedes hacer lo que se te da gana: que si se te antoja mezclar vaqueros con aliens, sí, puede no ser creíble, pero necesariamente tiene que ser verosímil. 

¿Y a que no adivinan quién está detrás de esto? Oh sí. Damon Lindelof, ya te vi. 

            Y vaya personajazos que tiene LOST: mis favoritos en esta primera temporada son Locke y Sawyer.
            Locke es un hombre que se presenta como misterioso ante los sobrevivientes del accidente; sabe cazar jabalíes y siempre tiene una mirada pacífica, como si la desgracia de quedar varado en una isla desierta no le afectase demasiado: y es que, una vez conocido su pasado, descubres que estrellarse en aquella Isla es lo mejor que le ha pasado en la vida. Después de quedar parapléjico porque su padre lo aventó del último piso de un edificio cuando quiso denunciarlo por ser un estafador, y de haber perdido a la mujer de su vida por cierta obsesión que no lo deja vivir en paz, su vida se ha reducido a la vida de un oficinista en sus cincuentas, frustrado y desamparado de cualquier esperanza de vida mejor. Cuando el avión se estrella en la Isla (sí, Isla con I mayúscula), descubre que ha recuperado la habilidad de caminar, como por acto divino. Está convencido de que el accidente del vuelo Oceanic 815 estaba predestinado, y que él y todos los sobrevivientes están ahí para cumplir un destino. Esto después le llevaría a confrontarse con Jack (posible protagonista de la serie, pero en esta historia prácticamente puedes elegir al protagonista que quieras), que es un doctor convencido de que el destino no existe, de que las cosas pasan sin orden ni concierto, y sólo hay que “arreglarlas” y seguir adelante. He aquí uno de los temas de LOST: ciencia (Jack) vs fe (Locke), escepticismo vs creencias.



            ¿Y por qué me gusta Sawyer? Pues porque está bien pinche bueno es el antihéroe, el Han Solo de ésta historia: demasiado carismático para ser villano, demasiado doblemoralino para ser bueno.



            Pero basta de contexto: ¿qué es lo que a mí me encanta de LOST? Las dos cosas que acabo de “analizar”, los cliffhangers y los personajes, son lo que mantuvieron enganchado durante toda la serie.  Pero los “Leit motifs” y en general, la trama de la primera temporada (sí, cada temporada tiene distinta trama; véanlo como los libros de Harry Potter) supone los temas que evolucionarán en toda la serie: ¿realmente estamos aquí por un destino? ¿Existe una orden o un hado que regule nuestras vidas? ¿Podemos ser juzgados por nuestro turbulento pasado? ¿Es la Isla un purgatorio, un destino al que estábamos atados? ¿La Isla simboliza al mundo y los sobrevivientes simbolizan a la humanidad entera? ¿Y qué significa “ser rescatados, regresar a casa”? ¿Sólo significa eso? Noten esto: la serie no se llama “Perdidos” porque estén perdidos en una isla. Vaya que no.

Escena favorita: Locke, el creyente por excelencia, está roto. Ya no le queda fe. En el pasado, su padre, a quien acaba de conocer y con quien llega a tener una relación padre/hijo, lo termina estafando. En la Isla, un hombre inocente ha muerto por culpa de su ambición, de su firme creencia de que han estrellado en la Isla por una razón. Está destruido, pero de repente, una luz se enciende...




SEGUNDA TEMPORADA


La segunda temporada sigue el conflicto creciente entre los náufragos y «los Otros» y se descubren nuevos supervivientes de la sección de cola del avión. Se revela que la escotilla es un centro construido por la Iniciativa Dharma décadas antes, y que en ese momento la habita Desmond Hume, un hombre que llevaba tres años pulsando un botón cada 108 minutos para salvar el mundo, misión que los supervivientes continúan.

Ay, pero qué temporada más chingona: una de mis dos favoritas. Las reglas cambian: la aparición de la Estación Cisne, donde deben teclear el código 4 8 15 16 23 42 cada 108 minutos (el mismo número de pretendientes que tiene Penélope en Ítaca, mientras espera la llegada de su amado Ulises) es una prueba de fuego para los sobrevivientes del Oceanic 815: ¿existe o no un propósito en aquel trabajo? Locke se halla, al menos en un inicio, convencidísimo que es el destino de todos es apretar tal botón: después, como cualquier creyente que ve contrariada a su fe, decide no apretar el botón más; hasta que llega Mr. Eko, un creyente (pero también un narcotraficante) que, pase lo que pase, no ve disminuida su fe.
            Fue con esta temporada que me hice fan. Aquí aparecen tres personajes que me fascinan: Desmond, Ana Lucía y Benjamin Linus. El primero, porque su historia antes de llegar a la Isla, es probablemente la más épica de todas: para convencer al padre de su novia (Penélope Widmore) de que él vale la pena para ser esposo de su hija, decide conseguir un velero y embarcarse en una carrera por el Océano Pacífico; pero, tras una tormenta, se estrella en la infame Isla, donde lo rescata Inman: un hombre que, solitariamente, ha apretado aquel infame código en aquella infame computadora, cada infames 108 minutos. Eventualmente Inman muere (no explicaré todo, vean la serie plis), así que Desmond se queda solo durante tres años, interrumpidos cada 108 minutos para apretar el puto botón, el cual ni siquiera sabe si de verdad sirve de algo.




            Ana Lucía, en cambio, es una mujer que en apariencia es fuerte pero en realidad es más vulnerable que nada: debido a cierto evento traumático en su pasado, piensa que todo el mundo está buscando cualquier oportunidad para aprovecharse de ella. Su liderazgo con los sobrevivientes que iban en la cola del avión, es muy distinto al de Jack: es una líder desconfiada, insegura y problemática. (La escena de su muerte a manos de Michael, fue la escena que me volvió fan de esta serie)




            Y luego está Benjamin Linus, que es algo así como el mejor antagonista que tiene esta serie… ¿Por dónde empiezo? Es el villano perfecto: hay cierta dualidad en su rostro; puede verse tanto a un hombre vulnerable y herido, pero también a un hombre perturbador e inmisericorde. No quiero contar toooda su historia en este post (es bastante larga), pero sólo quiero precisar una cosa: no hay antagonistas en LOST. Sólo dije que era el mejor “antagonista” a falta de una palabra mejor, pero Benjamin Linus no es un villano completamente: es un hombre de moral ambigua, y dentro de su moral, siempre hace lo que le parece mejor. Él, como Locke, es un creyente: pero es un creyente dogmático, como perteneciente de una secta. Es por eso que, quizás, las mejores escenas de diálogos se dan entre Locke y Linus: son la representación de una dialéctica entre dos sistemas de fe completamente distintos.


Escena favorita: A Michael le secuestraron a su hijo y está dispuesto a todo para recuperarlo. Los Otros sólo se lo entregarán si libera a Ben y si lleva a ciertas personas de una lista. Pero, para liberar a Ben, necesita matar a inocentes... 




TERCERA TEMPORADA



En la tercera temporada los supervivientes empiezan a conocer más sobre «los Otros» y su historia en la isla. Desmond y uno de «los Otros» se unen a los náufragos. Los supervivientes entran en contacto con un equipo de rescate a bordo del carguero Kahana.

Hay una especie de bajón en esta temporada, la verdad. El formato de la serie se estaba agotando: la primera mitad de esta temporada siempre será una de las peorcitas partes de LOST. La desaparición de la Estación Cisne, uno de los elementos que hacían tan atractiva a la serie, fue perjudicial, al menos para mí.
            Siento que, temáticamente, esta temporada es un regreso a la primera temporada; quizás por eso se siente algo repetida. Y sin embargo, aquí aparecen otras interrogantes, a pesar de que se supone se contestaron varias preguntas: ¿qué significa la Isla para los Otros? ¿Son acaso ellos una secta que adora algún dios (llámese Jacob o cómo se llame)? 
            Aquí aparece otro de mis personajes favoritos: Juliet.  Es el mejor personaje femenino de la serie:  una mujer de mirada fría y corazón roto; en una escena es la mujer más dulce jamás, pero en la siguiente, es una mujer que no duda en apuntarte con una pistola si se ve en la obligación de hacerlo.



            Hay ciertos capítulos en esta temporada que son, en sí mismos, pequeños obras maestras: Flashes Before Your Eyes, dónde se revela cierta cualidad que Desmond posee: una especie de inmunidad por el tiempo. Aunque él es inmune a todas esas nimiedades de “pasado” o “futuro”, está sujeto a un destino: al destino de la isla. Otras obras maestras son: The Man from Tallahasse, donde Locke decide destruir el submarino, el cual era la única manera de salir de la isla, y The Man Behind the Curtain, donde se cuenta la historia de Benjamin Linus, su destino como parte de los Otros, y el genocidio que realizó contra los miembros de la Iniciativa Dharma… Me acabo de dar cuenta que ambos episodios tienen títulos parecidos, y lo curioso es que en ambos destacan las conversaciones entre Locke y Linus: como ya dije, conversaciones entre un creyente cegado y entre un creyente frustrado.
            ¿Y qué puedo decir del final de temporada que no se haya dicho ya? Sin duda uno de los finales más shockeantes en la historia de la televisión; ningún final de temporada de Breaking Bad abrió tantas bocas como éste. Cambia todas las reglas del juego; es como si en Breaking Bad, la familia White se hubiera unido al negocio de metanfetaminas del padre. ¿Entienden? Creíamos que todo el argumento giraba en los sobrevivientes que quieren salir de la isla. Ahora resulta que no. Ahora resulta que we have to go back, Kate.

Escena favorita: Locke sigue atormentado por haber hecho explotar la Estación Cisne; ahora, gracias a un alucinógeno, observa a Boone de nuevo, quien lo lleva a tener una visión un tanto profética. (Incluso sin entender nada, la escena da puros escalofríos).




CUARTA TEMPORADA



La cuarta temporada se centra en la llegada a la isla de las personas que iban a bordo del carguero, que fueron enviados a la isla no como parte de un equipo de rescate, sino con otras intenciones. Los flashforward revelan la identidad y las acciones de los «Seis de Oceanic», un grupo de supervivientes que logra salir de la isla y que tratan de seguir con sus vidas.

Esta temporada es un tanto extraña: cuando la observas por primera vez, no hay nada más emocionante que se le compare; pero después que la vuelves a visitar, cierto aire se desvanece, quizás por el hecho de que los flashforwards (escenas del futuro de los personajes, sobre todo de aquellos que salieron de la isla) ya no resultan tan sorprendentes como la primera vez. Yo no sé si los escritores no se dieron cuenta que estaban contando una trama caduca en esta temporada, y que una vez revelados los acontecimientos de cómo y en qué circunstancias salieron de la isla los Oceanic Six, entonces ya no despierta tanto interés.
            Pero esta temporada alberga una de las más grandes joyitas de LOST: The Constant, otro episodio sobre Desmond y su problema con el tiempo. Lo bello aquí es la historia de amor, quizás la más creíble y emocionante de todo LOST: Desmond y Penelope Widmore, que es casi tan épica como la historia de Ulises y Penélope en la Odisea.

Escena favorita: Los guionistas son unos hijos de su madre: en un sólo episodio combinan flashback y flashforward para confundirnos, haciéndonos creer que son el mismo tiempo, haciéndonos creer que Jin salió de la isla sano y salvo, y que llegará tarde para presenciar el nacimiento de su hijo. 





QUINTA TEMPORADA



La quinta temporada sigue dos líneas temporales diferentes. Por un lado los supervivientes que quedan en la isla saltando a través del tiempo y estableciéndose finalmente con la Iniciativa Dharma en 1977. Por otro lado continúa la línea temporal original, con la vuelta de los «Seis de Oceanic» a la isla a bordo del vuelo 316 de Ajira Airways. Algunos de los pasajeros del Ajira aterrizaron en 2007 y otros en 1977. Los que fueron a 1977 se unieron a los otros supervivientes que durante tres años habían formado parte de la Iniciativa Dharma e intentaron cambiar el pasado para evitar que el vuelo 815 de Oceanic se estrellase en la isla.

Junto con la segunda temporada, ésta también es mi favorita. Lo tiene todo: episodio espectacular tras episodio espectacular, historias absorbentes y épicas, tragedias amorosas, redención, muertes, hechos sobrenaturales; vaya, todo lo que hace que LOST sea LOST.
            Pero lo mejor es que los personajes cambian. Jack, Kate, Sawyer, Sun y Jin, Hurley, Ben, Sayid, Juliet; todos ellos ya no son los mismos. Jack pasa de ser el hombre escéptico necio y ahora cree realmente que la Isla los convoca de nuevo a seguir un destino. Sawyer es un hombre enamorado que llega a trabajar a la Iniciativa Dharma como el encargado de seguridad, a la vez que se junta con Juliet; se vuelve un hombre de familia, vaya. Sun ya no es la mujer sumisa de siempre; conocemos más a Ben y comprendemos que en realidad es un hombre defectuoso como todos, pero que aún le quedan rastros de humanidad. ¿Y Kate? Bueno, Kate es el peor personaje de la serie, pero incluso ella obtiene un episodio memorable (Whatever Happened, Happened es quizás el mejor episodio centrado en Kate) donde la vemos desprenderse del único hombre que no lo había abandonado: Aaron. Pero ni siquiera Aaron le pertenecía, y decide volver a la isla para rescatar a su madre. Los Oceanic Six habían regresado a casa, ¿pero qué creen? Aún seguían perdidos.
            A los escritores les valió madre todo y en esta temporada se volvieron locos: flashes donde los Losties que se quedaron en la Isla tienen saltos temporales que eventualmente los llevará a la Iniciativa Dharma: una rueda que es capaz de mover a la isla; un segundo avión que se estrella; un hombre que resucita (o eso parece) y podría seguir dando más ejemplos, pero, ¿ya quedó claro, no? Los guionistas llevaron la verosimilitud hasta el extremo casi surrealista; y sin embargo la serie se mantuvo de pie, ¿por qué? Porque a pesar de todas las locuras (que son entretenidísimas), los personajes evolucionan pero siguen manteniendo su carácter, ¡siguen siendo los mismos después de todo!
            Y una cosa más: todo ese subtrama de provocar una explosión nuclear para que eventualmente no suceda el accidente del Oceanic 815 es en verdad asombroso e inspirador: ¿quién no haría lo mismo? Los Losties quieren corregir el pasado a como dé lugar. Aunque hayan conocido al amor de sus vidas gracias al accidente (“No todo fue miseria”, diría Kate), también murieron muchos en el camino y otros perdieron a ese mismo amor. Sin embargo, los guionistas dejan bien claro que los losties están equivocados: lo importante no es corregir el pasado. Lo importante es aceptarlo y seguir adelante.

Escena favorita: La bomba de hidrógeno parece que no funcionó, pero el electromagenismo parece llegar a su cenit y los objetos metálicos son atraídos hacia el túnel que la Iniciativa Dharma estaba perforando. Juliet es atrapada por unas cadenas; Sawyer, su novio, trata de salvarla, pero es inútil. Juliet se cae: moribunda, observa que a su lado se encuentra la bomba atómica que pensaban hacer explotar para cambiar el futuro y salvar al Oceanic 815. Y entonces comienza a golpearla... 





SEXTA TEMPORADA



En la sexta y última temporada la historia principal sigue a los supervivientes que han vuelto al tiempo presente. Tras la desaparición de Jacob, el protector de la isla, los náufragos se enfrentan al Hombre de Negro. Se introduce una nueva técnica narrativa que sustituye a los flashback y flashforward —llamada por los guionistas «flash-sideways»— que narra los acontecimientos en una realidad paralela en la que el vuelo 815 de Oceanic nunca se estrelló en la isla.

¿Por qué los Losties regresaron a la Isla? ¿Cuál era su destino? Se supone que en esta temporada se responde eso y todos los demás misterios.
            Pero no sucede exactamente eso. En realidad, para muchos fans de LOST (y otros que lo eran), esta temporada es la peor, el declive, la oveja negra de las temporadas. Como los guionistas no llevaron a la serie al lugar que ellos querían, se sintieron estafados. Olé por los guionistas que no eligieron la salida fácil: fueron fieles a su línea y continuaron con lo que hacía tan única a la serie.
            No todo es miel sobre hojuelas: tampoco creo que esta temporada sea excelente. De hecho, tiene muchas fallas. Para ser la temporada final, siento que le sobra mucha paja y le faltaron cojones. A veces los flashsideways se sienten como un recurso narrativo para que la serie se haga “autohomenajes”. Los guionistas mandaron a la goma las subtramas tan interesantes de la “Ecuación Valenzetti” y la Iniciativa Dharma (adónde yo pensé que se dirigía todo el desmadre) para centrarse en la relación competitiva entre dos hermanos que parece que sólo pueden hablar a través de indirectas. Varios personajes tienen un final indigno: ¿en serio Charles Widmore se escondería del humo negro como un cobarde, en el  mero closet de Benjamin Linus? ¿Acaso pensó que Ben no se aprovecharía de eso?
            No es la mejor temporada pero tampoco creo que es la peor o la más aburrida (ese insigne título creo que se lo lleva la cuarta temporada, pero no estoy seguro). Tiene sus defectillos, claro, pero también tiene sus obras maestras: Happily Ever After es, una vez más, un episodio magnífico de Desmond y la naturaleza de los flashsideways. Ab Aeterno contó la mejor historia de amor y sacrificio desde Desmond y Penny. The Candidate tiene más acción y drama que todas las películas hollywoodenses que salieron ese año. ¿Y el final? Para ver el final de LOST tienes que preparar un rollo de papel entero, porque, o te cagas de coraje, o lloras de emoción
            Y yo lloré de emoción. Tuve que ver el final yo solito porque no quería que nadie viera que una serie tan ridícula donde las islas se mueven y los humos negros son asesinos, me pusiese tan emocional. But I cried like a little bitch. Y siempre que veo escenas del episodio final en YouTube, me vuelven a salir lagrimitas. ¿Por qué? ¿Qué es lo que me dice LOST que me pone tan sentimental? 

Escena favorita: En los flashsideways, Juliet y Sawyer se reencuentran y "recuerdan"... No hay forma de ver esta escena sin llorar un poquito.





GUYS, WHERE ARE WE?  

Como dije anteriormente, los guionistas no se fueron por el camino fácil. No nos dieron las respuestas peladitas y a la boca. Confiaron en que los espectadores reflexionen y saquen sus propias conclusiones, y eso es de agradecerse. Regla No. 1324 de la creación narrativa: nunca trates a tu lector/espectador como un imbécil. De hecho, siempre son más listos que tú.

En esta página: http://ericknowsitall.com/ultimate-lost-theory/ se encuentra una teoría de LOST, que, de tan buena, creo que es la definitiva, como el mismo chavo que la escribió tanto presume. Esto dice básicamente: la Isla es el “corcho” que protege al Tiempo. Sí, el tiempo es una energía. Es la luz que sale de la caverna que se encuentra en el centro de la Isla. Jacob, el protector del tiempo, está buscando un reemplazo: eligió como candidatos a personas que tienen conflictos con su pasado, y que por esos conflictos, no pueden seguir adelante con sus vidas. El humo negro/Falso Locke/hombre de negro es el pasado. El pasado que nos atormenta, y que, si llega a salir de la Isla, creará un caos temporal en el mundo. Como bien dijo Faraday: “pensemos en la isla como un disco que está fuera de su lugar”. Jacob es quien controla este disco, y su hermano es quien quiere demostrarle que todo es caos, que realmente no importa si el disco está en su lugar o no, porque los seres humanos somos corruptibles por naturaleza.



El humo negro es en sí la personificación del “pasado”: pero entendamos al pasado como el humo negro que la “máquina del tiempo” exhala, como si el tiempo fuese un tren que no se detiene (o no debería detenerse). El humo negro es el pasado de toda la humanidad. Una vez que el humo negro adquiere el alma de un hombre que quiere, a toda costa, salir de la isla, adquiere motivaciones humanas: quiere demostrarle a su hermano (¿Que quizás represente la esperanza de un futuro mejor?) que no podemos cambiar lo que somos ni lo que hemos hecho.



Para demostrarle que está equivocado, Jacob (el protector de la Isla, y por ende, del Tiempo), elige a personas que tienen conflictos con su pasado. Sawyer mató a un hombre inocente sólo por deseos de venganza. Kate mató a su padrastro porque maltrataba a su mamá. Jack tenía una relación de amor/odio con su padre, al igual que Locke (es curioso que ambos tengan prácticamente el mismo conflicto, y en la Isla, se levantan como las figuras contrarias, como ya dije antes: ciencia vs. fe. Al final, ambos son lo mismo). Hurley tenía conflictos con su autoestima y se sentía culpable de matar accidentalmente a personas debido a su sobrepeso. Podría seguir y seguir con cada personaje, pero se entiende el punto. Jacob elige a estas personas para que puedan aceptar su pasado y seguir adelante.



Con la teoría de que la luz en la Isla es el Tiempo mismo, incluso se explicaría la misma estructura narrativa de los saltos temporales en la serie: tanto flashback y flasforward y flashloquesea tendría sentido porque es como si el mismo Tiempo fuese el narrador, quien está detrás de cámara en la vida de los personajes. Quizás no es Jacob  quien los elige realmente; quizás el mismo Tiempo se encargó de elegirlos. Otras cosas que se explican con más claridad es que, en realidad, los Otros son una especie de “secta” que utiliza la Estación Cisne (la del botón que se aprieta cada 108 minutos) para alterar el tiempo y, de esta manera, alcanzar la inmortalidad. Son hostiles con los pasajeros del Oceanic 815 porque temen perder sus privilegios divinos. Pero bueno, al fin y al cabo, su plan no les funcionó, ni a Benjamin Linus.

En la misma página hay también una pequeña teoría en la que se argumenta que, por haber hecho explotar la bomba atómica, Juliet crea un “tiempo extra” para los Losties en el que no estalla el Oceanic 815. Quiere decir que los flashsideways  no sólo son el purgatorio. Es realmente un “lugar que ellos crearon” para reencontrarse (¡después de haber estado perdidos, caramba!) y seguir adelante.  

Me satisface la teoría en prácticamente todo (sin duda él la explica mejor que yo), pero quiero también aportar un poco de mi interpretación. ¿Cuál es la principal motivación del Hombre de Negro? Salir de la isla. ¿Cuál era la principal motivación de los Losties en las primeras temporadas? Salir de la isla. En realidad, cuando los Losties se enfrentan contra el humo negro, se están enfrentando consigo mismos. El Hombre de Negro (le digo así porque ni los guionistas le pusieron nombre; es casi como si le dijeran Señor Oscuro) posee el cuerpo de Locke como una pequeña broma: incluso el hombre más firme en sus creencias puede caer.



Pero tampoco creo que sea conveniente ser tan restrictivos y decir que la verdad absoluta detrás de LOST es que la Isla protege al Tiempo de las manos de los hombres que siempre han querido jugar con él, ya sea que estos hombres sean egipcios de la antigüedad o hippies norteamericanos de los 70s. La serie te da todo el permiso de teorizar que la Isla en realidad es el centro del universo y la fuente de la vida; hay hombres que la protegen y otros la codician (They come, they fight, they destroy… It always ends the same), pero el mensaje es claro: los humanos nos sentimos muy pequeños.

Durante el siglo XX, la humanidad ha perdido toda la autoestima que le quedaba. Cuando la humanidad comprendió que no es la favorita de Dios y que no hay ningún propósito en la vida, ésta perdió el rumbo. Cada etapa en la humanidad ha sido regida por algún principio: el Renacimiento buscaba a Dios a través de la Ciencia, en el Humanismo se deja de buscar a Dios y el hombre busca su posición en el universo. En el Barroco, el hombre ya sospecha de su inutilidad. En el Romanticismo, al hombre le dan aires de grandeza y se cree como un espíritu libre cuyo fin es unirse con la naturaleza. En la Modernidad, el fin era hacer más fácil la vida, a través de la revolución industrial y el motor de vapor. Pero, ¿y la posmodernidad qué?

La posmodernidad es un desmadre. La verdad se convierte en algo relativo (¡maldito sean posmodernistas!) Ya no hay un “bien mayor” que el hombre aspire, porque, habiendo muerto Dios, entonces todo se vale. Alguna vez escuché a Todorov decir que: “la cultura es ahora un supermercado donde el cliente puede elegir las creencias como si fueran artículos para depositar en su carrito”.  Tiene toda la razón. O más bien, no la tiene, ¡porque nadie tiene la razón! Ni los gobiernos, ni la ciencia, ni Dios. Ni siquiera el hombre: Camus  no fue el primero en decir que la vida es una absurdez nauseabunda. Pero lo dijo en el momento en el que toda la humanidad pensaba lo mismo.

Camus y su mirada sexy que dice: "bale berga la bida" 


Lucho: ¿Qué tiene que ver todo esto con LOST, mamón? No le pongas tanta salsa a tus tacos.

            Pero es que sin salsa los tacos no saben ricos :p. A la mejor estoy estirando el chicle, pero como espectador tengo todo el derecho de llevar la historia adónde ésta me hace sentir. Y yo realmente creo que LOST es una especie de metáfora sobre la “humanidad perdida”. ¿Realmente creen que sólo los Losties están perdidos? ¿No creen que, en realidad, LOST se llama así porque está diciendo que toda la generación actual lo está? Está perdida en el sentido de que no le vemos un propósito a nuestras vidas, hacemos cosas de las cuales después nos arrepentimos, y hacemos desmadres y medio para al final, darnos cuenta que lo único que realmente importa, ya lo teníamos.

            En LOST abundan los personajes que quieren adquirir poder, reconocimiento y trascendencia: Benjamin Linus, Desmond, Locke, Mr. Eko, Charles Widmore, toda la Iniciativa Dharma; incluso el mismo Jack al final. Son éstos hombres los que se sienten desamparados, los que se sienten encerrados en un cuerpo mortal que no les satisface. Quieren más. Quieren más tiempo, quieren más vida. Quieren dejar de ser humanos y ser algo más. La Isla parecer ser el paraíso mismo (en la historia de LOST, sin duda lo es) que les otorgará poder e inmortalidad.

            Pero, ¿y si alguien obtiene ese poder, qué? Ahí está el ejemplo de Richard Alpert, el intermediario de Jacob. En su capítulo, Ab Aeterno, se cuenta su historia. Su esposa muere porque él no pudo conseguir a tiempo la medicina necesaria. Es enjuiciado por un asesinato accidental y, en vez de ejecutarlo, es llevado como esclavo en un barco que terminaría estrellándose en la Isla…



            Después de varias penurias, es interceptado por un hombre que le promete que podrá conseguir a su esposa, sólo si mata al mismísimo Diablo. Richard acepta; visita al Diablo, quien no es otro que el mismo Jacob, y éste lo convence de que su esposa murió y no puede hacer nada más. Jacob le ofrece trabajo, y Richard sólo acepta si le ofrece algo incluso mejor que su esposa. Richard le dice a Jacob lo que cualquier hombre le diría al Diablo: No quiero morir, quiero vivir para siempre

            Richard prefirió vivir eternamente que al amor de su vida. Los años pasan, y cuando ahora se supone que debe saber lo que Jacob requiere, no tiene ni idea; entonces, va a donde enterró la crucecita que era de su esposa, y ahora está arrepentido. La quiere a ella.



            Aunque era inmortal, Richard no era feliz. Había pasado toda su vida con una expectativa falsa (¿se dan cuenta que Jacob no es todo bondad? Me rehúso a creer que LOST es una simple historia de “el bien contra el mal”). Pero al final, cuando la Isla momentáneamente pierde sus poderes, observa algo en su cabello: una cana. Al verla, sonríe. Ha aceptado su propia mortalidad. Ha dejado de estar perdido.

            Ésta es sólo una de tantas historias que tiene LOST, así como tantas son las historias que alberga el mundo: un mundo con una generación que parece estar perdida.

            En los flashsideways, los personajes tienen vidas muy distintas, pero de alguna manera (por mero truco argumental, eso me queda claro), son puestos en situaciones paralelas a las que vivieron cuando no se perdonaban por sus propios pasados. Ahora superan esas situaciones y se perdonan a sí mismos. Al final se reencuentran en una iglesia (cuyas ventanas tienen todos los símbolos religiosos que ha creado el hombre en su historia), y Christian Shepard (“Pastor Cristiano”), le dice a su hijo, Jack, que todo lo que vivieron en la isla ha sido el momento más importante de sus vidas, ¿por qué? Aparte de que les dio “aparente” propósito (que realmente no importa), se conocieron y se unieron juntos contra la adversidad. Se unieron juntos contra su propia mortalidad; a pesar de ella. Lo mismo que debería hacer la humanidad. En estos tiempos de posmodernidad desenfrenada, ¿qué debe hacer el humano? Reencontrarse. ¿Y no todos los seres humanos somos náufragos en una isla llena de misterios?



            Al final, todos los misterios de LOST, resueltos o no resueltos, valen pa puro queso. Claro que era esto lo que hacía tan atractiva a la serie, ¡era la razón por la cual muchos eran fans! Pero si realmente crees que los guionistas tenían la obligación de responderlo todo,  es que tienes que ir a un rincón para pensar en lo que has hecho. No creas que al final de tu vida va a venir Dios y te va a responder los misterios del universo. No es así de fácil, y qué bueno.

            El final de LOST es lacrimógeno (para mí y muchos otros) por dos razones: primero, porque realmente uno se encariña con los personajes y, cuando los ves “recordar” sus vivencias en la Isla, a la vez que se reencuentran con las personas que amaban, te identificas, ¡es el final perfecto para cualquier historia! Cuando recuerdan, no solamente “recuerdan”, sino comprenden que ya están muertos. Lo comprenden con una sonrisa.


            También es lacrimógeno porque, mierda, ¡un aplauso a Michael Giacchino por esa música tan hermosa! Pero bueno, la verdadera razón es porque, al final, tú estás en la misma situación que ellos: todos los personajes en LOST aman, sufren, y en general, aspiran ser felices. Todo el revoltijo de la Isla y que la mitología y que Oceanic Airlines y que Jacob y eso, es irrelevante. Son las pruebas que les puso la vida, como le pasa a cualquier otro.

            No confío en la gente que no le gusta el final de LOST, porque siento que son esa clase de personas que creen que la vida es fácil y explicable. Es una generalización mía, por supuesto, pero de verdad lo sospecho.  Ya que expliqué porque me gusta tanto LOST y analicé un poco lo que yo creo que significa en su totalidad, me siento aún más seguro de decir que es mi serie favorita. ¿Qué sea mejor que otras? Eso sí no lo sé, aunque creo que cada serie es única y no puede compararse. En algún momento haré un post dedicado a Breaking Bad, incluso otro a Evangelion (uno menos académico, vaya). Pero me queda claro que LOST tiene un espacio reservado en mi corazoncito n.n



PD: ¿Me quedó muy largo el post? No me importa.
PD2: ¿Por qué escribo LOST con mayúsculas? No hay otra manera de escribirlo.            
PD3: Si llegaron hasta aquí, incluso sin haber visto la serie, no crean que porque ya les spoileé cosas, ya no les va a gustar. Al contrario.